martes, 29 de abril de 2014

Excursiones aupairiles: Ostern - Día 2

Aquí estoy de nuevo para seguir con mi pequeño viaje por Deutschland.

El martes tenía pensado visitar Karlsruhe y Pforzheim, el pueblo de mi padre (lo digo así como si el fuera el dueño, pero no, de momento no). La noche en hostal hippie la pasé relativamente bien .Digo relativamente porque empezó a dolerme la barriga y tuve que levantarme un par de veces para tomarme una pastilla, beber agua y todo eso. Como ya comenté en la entrada anterior,  uno de los problemas del hostal era que el suelo crujía bastante. Lo sentí muchísimo por las otras siete chicas de la habitación que se debieron de acordar de todos mi antepasados uno por uno cuando me tuve que levantar e ir a mi armario y salir y entrar.

Por la mañana, me desperté a las 6 y media al ritmo de una canción japonesa/coreana/china al más puro estilo canción final de Son Goku. A mí me dio un poco igual porque pensaba levantarme un cuarto de hora más tarde, pero las otras chicas deberían estar hasta las narices de tanto jaleo. Además, las japonesas/chinas/coreanas (eran dos) empezaron a recoger las cosas, se fueron a la ducha, volvieron... Total, que ahí no habría quién durmiera.
Mi tren salía a las 8 en punto y el albergue estaba a una media hora andando. Por suerte la recepción del hostal abre a las 7. Dejé las sábanas y mantas y tuve que ir a buscar al recepcionista a la cocina, porque el hombre estaba desayunando (ya os digo que era muy hippie todo xD).

Cuando salí de allí, me entró la paranoia de que iba a perder el tren. Yo soy así. Para mí llegar con diez minutos de tiempo es llegar tardísimo y estar a punto de perder el tren. Casi casi corriendo llegué a la estación, saqué el billete y me monté. Y claro, me tocó esperar unos 10 minutos allí que aproveché para desayunar. Y es que además el día anterior me quedé con la duda de quién eran las estatuas de delante de la universidad y no me podía ir sin adivinarlo.
Aquí los tenéis.


Después de dos horas de tren con un transbordo de por medio, llegué a Karlsruhe. Aquí quiero añadir que este era el único transbordo que hice y, acostumbrada a los trenes de mi región que suelen llevar casi siempre retraso y hace que sea un caos combinar los trenes, estos llegaron muy  puntuales. Allí sí que dejé la mochila en el hostal porque me negaba a recorrer dos ciudades con ella a las espaldas. El hostal donde dormiría esa noche, por cierto, era de la cadena A&O, que te cobran por todo, eso sí, pero está bastante bien, limpitos y con recepcionistas la mar de majos. El Gapäckraum o habitación de equipaje es simplemente un cuartito en el sótano donde van guardando las maletas. La puerta tiene llave pero no se hacen responsables de las pérdidas, por lo que recomiendan no dejar nada de valor. Teniendo en cuenta que lo que  llevaba en la mochila con más valor era el secador, no me importó dejarlo (he de reconocer que la dejé con reservas, pero a los cinco minutos ni me acordaba).


Kalsruhe fue una completa y absoluta DECEPCIÓN. Con mayúsculas y todo. La ciudad se vende muy bien y por lo que vi en la página, parecía un lugar maravilloso. De hecho, la historia de su fundación es muy curiosa. El margrave (algo así como príncipes en Alemania) Karl III. Wilhelm von Baden-Durlach, mientras estaba de caza, soñó con una ciudad. Y dicho y hecho. Por eso la ciudad se llama Karlsruhe, que literalmente significa "el descanso de Karl". Su principal peculiaridad es que las calles nacen desde un punto central (el palacio) y se extienden como un abanico, por eso se la conoce como la Fächerstadt ("ciudad abanico"). De hecho, tiene un par de lugares interesantes.




¿Y por qué fue tan decepcionante? Bueno, la ciudad tiene pinta de ser bonita. Cuando no está ABARROTADA de obras. Obras, obras, obras y más obras. Ya comenté que las obras me acompañaron todo el viaje, pero es que aquí me dieron la mano. Hice fotos para hacer constancia de mi visita, pero después de una hora y poco, cogí un tranvía hasta la estación enfadada y asqueada. Y es que no exagero, juzgad vosotros mismos. 
 

Plaza central

Ayuntamiento

Schloss lleno de andamios
 Lo único bueno que tuvo el viaje es que me topé con un MediaMarkt. Y menos mal, porque los 2GB de memoria que me había llevado para la cámara se me quedaron un pelín cortos (el primer día hice como unas 200 fotos, como son gratis xD). Así que aproveché para comprar una tarjeta con más memoria y me fui.


El viaje en tren hasta Pforzheim duró unos 20 minutos por fin llegué a la ciudad de la que había oído hablar toda mi vida. 

Para poneros en situación, Pforzheim fue uno de los destinos de muchos inmigrantes durante los años sesenta, entre ellos mis abuelos. La ciudad quedó bastante desmejorada después de la guerra, pero estaba bastante consolidada en temas de tecnología e industria, lo que atrajo a los que por aquella época buscaban trabajo fuera de sus países. Tanto es así, que en un par de iglesias (no sé si todavía) las misas eran en italiano, español y portugués. 

"Construído: 1270 /Misas para italianos, españoles y portugueses"
Nada más llegar a la estación te das cuenta de que la mitad de lo que andan por ahí tienen poca sangre alemana en las venas. No sé cómo explicarlo, pero lo notas. Los rubios pasan a ser una minoría, dominan las pieles más morenas, los cabellos castaños y los ojos oscuros. Lo sientes en el ambiente. La ciudad en sí no tiene grandes paisajes que ofrecer, ni calles adoquinadas, ni balcones llenos de flores, pero tiene un par de lugares dignos de una visita.

















Una de las cosas que más me chocó fue ver que prácticamente no había pasos de peatones. La gente cruzaba así, a lo loco, a lo español xD

Después de todo el día pateándome la ciudad para arriba y para abajo, decidí que ya no daba más de sí y me volví al hostal en Karlsruhe. Rescaté mi mochila del Gepäckraum (que para mi alivio estaba donde la dejé, con mi pijama y mi secador intactos) y me fui a la habitación. La habitación era como la de un hotel, solo que con cuatro cama. Con baño estaba incorporado y tele. ¡Tele! Desde que llegué aquí la televisión es como un ente abstracto. Sé que existe, que está ahí, pero ni se ve ni se toca. Y claro, después de la ducha y aunque me caía de sueño no pude evitar zapear por los canales alemanes (así, al más puro estilo paleta de pueblo xD) y al final vi un trocito de la película Madacascar antes de dormirme.




Y aquí es cuando llegó lo mejor de lo mejor. Aunque cuando entré estaba sola, pensaba que en mitad de la noche llegarían las otras integrantes del cuarto (también lo cogí solo para chicas). ¡Pero no! Pagué el precio de una habitación compartida por una habitación yo sola. ¿Se puede pedir más?

2 comentarios:

  1. Ohhh que pena que te decepcionara karlsruhe o como se escriba pero por las fotos no tiene mala pinta y seguro que sin tanta obra estaría mejor.
    Y me alegro que hayas conseguido visitar el pueblo de tu padre :) parece bonito
    Y lo del hostal que guay tener habitacion con baño y tele para ti sola y no tiene mala pinta :) A mi me paso en belfast lo de tener habitacion de 4 para mi solita, era muy raro porque la habitación tenía 8 camas pero yo pillara de 4 y acabe sola
    Besos guapa

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    Respuestas
    1. Ya, la verdad es que me fastidió bastante tanta obra para arriba y para abajo y me fui de allí cabreadísima porque esas horas las podría haber empleado en otra ciudad, pero bueno, ¡qué se le va a hacer!

      Y lo de la habitación fue un lujazo, la verdad jajaja Ya que la ciudad fue una caca, por lo menos el hostal valió la pena xD

      Un besazo, flor! :)

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