domingo, 28 de septiembre de 2014

Mi familia

Habéis leído quejarme de ellos infinidad de veces, pero no os dejéis engañar por mi vena quejica porque la verdad verdadera es que los adoro.
Y lo triste es que no es hasta que lo ves de lejos cuando realmente empiezas a darte cuenta de lo que tenías. Ya conocéis lo de "no valoras lo que tienes hasta que lo pierdes", ¿verdad? Pues eso.

Mi HF fue una de las primeras familias en escribirme cuando creé el perfil (madre mía, parece que ha pasado una eternidad ya). Estuvimos mucho tiempo hablando, con correos por aquí y correos por allá, hasta que al final hicimos una llamada por skype (desastrosa, todo hay que decirlo) y milagrosamente me eligieron a mí. Aunque he de decir que lo del famoso "flechazo" no fue conmigo. No "supe desde el primer momento que estaba hecha para ellos" y no "fue una conexión mágica", ni tantas cosas dulces e irreales que se oyen por ahí. Y no por eso nuestra relación fue peor ni mucho menos, cuidado. Al fin y al cabo hay que ser conscientes de que no estamos buscando una segunda familia, sino gente con la que podamos pasar un año lo más a gusto posible. Esto no es una película de amor, ni buscamos al hombre de nuestra vida, así que seamos realistas.

En fin, que me lío.

La familia con la que conviví durante once meses y dos semanas estaba formada por el padre, la madre, mis mellizos adorables y dos gatos más adorables todavía.

Mi HD es un señor alemán de los pies a la cabeza. Y con alemán quiero decir meticuloso y tocapelotas. Así, sin paños calientes. Con esto no quiero decir que me llevara mal con él ni nada por el estilo, pero era el más serio de la familia y le gustaba que todo estuviera en su sitio a su hora. Y claro, a veces esto llevaba a alguno problemillas. Me explicó varias veces en qué trabajaba, pero sinceramente, nunca terminé de entenderlo. Sé que era el jefazo de un banco, y según un apunte del mellizo 1 tenía una silla de despacho muy grande, pero hasta ahí llegó mi entendimiento. Y, como ya comenté varias veces, tenía una pronunciación digna de canal de radio codificado. El día que conseguí entender todo lo que dijo supe que había dado un gran paso en el estudio del alemán.

Mi HM es, en pocas palabras, una super mamá. Trabajadora, tesorera de la asociación de padres de la guardería, miembro de un grupo de tejedoras, manitas, estudiante, cocinera semi profesional, artista y madre de mellizos. Ella se encargaba de todo, desde que se levantaba hasta que se acostaba, de los críos, de la casa, de los gatos, de los vecinos. ¿Que había una fiesta en el Kindergarten? Ahí estaba ella. ¿Que había que arreglar no sé qué? Ahí estaba ella. Siempre atenta a todo, siempre pendiente de todo. Era un encanto de mujer y muy abierta. Había vivido en mil partes del mundo: en Francia, en Italia, en Estados Unidos, en Inglaterra... Se dedicaba en cuerpo y alma a sus hijos, los levantaba, jugaba con ellos, les leía cuentos por las noches... Yo de mayor quiero ser como ella. Y el tiempo que sacaba libre lo dedicaba a tejer, a hacer bolsos con pantalones rotos, a coser ropa para los niños... Lo dicho, una super mamá.

¿Y qué puedo decir de mis niños del alma?
Para ser mellizos no se parecen ni en el color de los ojos ni en el rubio del pelo. Eran niños muy curiosos, les interesaba todo lo que les pudieran contar y luego lo repetían con aires de grandeza. Los vestían (pobrecitos míos, yo me intentaba rebelar pero no me dejaban) con polos, como niños repollo y cada uno tenía unos colores de jersey determinados (rojos, naranjas y azul oscuro para uno, verde, azul y amarillo para otro).

El mellizo 1 me ha llevado de cabeza todo el año. Era un sabiondo, el típico niño que te corrige y al que le coges un poco de asquete. Era muy activo, le encantaba el fútbol, correr, subirse a lo más alto de las cosas. Siempre intentando ser el jefecillo del grupo. Intentaba someter al hermano, obligarle a hacer lo que él quería y a veces lo conseguía. Y aunque ahora mismo lo esté describiendo como la encarnación de satanás en versión mini, lo echo muchísimo de menos. Le encantaba aprender cosas nuevas, palabras nuevas. Memorizó un par de palabras en español que me soltaba cuando menos lo esperaba ("Patri, du bist bonita" Patri, eres bonita) y le encantaba la música, a pesar de no tener mucho oído para cantar (fíjate, como yo).

El mellizo 2 era, es y será el niño de mi corazón. Tenía sus rabietas, sus lloros inesperados, sus cabezonerías, pero yo le quería igual. No podía verle llorar o que le riñeran. Era un niño bastante independiente, le gustaba hacer las cosas él mismo, y con mal genio cuando lo pillabas de mal humor. A pesar de quererle infinitamente, le odiaba cuando me echaba de la habitación por las mañanas, con su mal humor y su cara de dormido (fíjate, como yo). Le encantaba pintar y escuchar audiocuentos, además de ser un apasionado de los trenes y conocer todos y cada uno de los tipos de locomotoras habidas y por haber. Él es a quien más echo de menos y a quien tengo unas ganas locas de volver a ver. 

Y por supuesto, no podría olvidarme de los gatos. Mango y Kiwi (invitados de honor en la esquina inferior izquierda de la cabecera del blog). En invierno se sentaban conmigo en el sillón cuando leía y les encantaba que les acaricien. Si los llamas vienen a ti y puedes estar rascándoles la cabeza horas y horas. La gata, Kiwi, era más independiente y pasaba más de todo, pero el macho, Mango, es el gato-perro más adorable del mundo entero. Aunque mi amor por ellos se vio afectado en primavera, cuando empezaron a traer ratoncitos muertos y a dejarlos en medio de la alfombra con los consiguientes "oh dios mío qué asco". 

¡Ah! Esta entrada no podría estar completa sin mencionar a los abuelos maternos. Los padres de mi HM vivían en una casita cerca de la nuestra y se encargaban de un montón de cosas relacionadas con los críos, sobre todo de llevarlos y recogerlos de sitios en coche. La abuela, o como le gusta que le llamen, Nonna, era lo contrario a una abuela que os podáis imaginar. Era una señora muy culta, hablaba unos seis idiomas (entre ellos español) y había vivido en muchas partes del mundo. Os puedo asegurar que nadie adivinaría los 80 años que tiene, ni como tampoco los 80 del abuelo, mejor dicho Nonno. Al padre de mi HM no le traté tanto, solo hola o adiós cuando recogía a los niños, y mi principal problema con él era si llamarle "doctor", "señor", o por el nombre de pila. 

A casi dos meses de haber vuelto puedo decir que daría lo que fuera por volver y que me muero de ganas de volver a saludar a cada uno de ellos. Eso quiere decir que no ha ido tan mal ¿verdad?

domingo, 14 de septiembre de 2014

¡Quién te ha visto y quién te ve!

Si hay algo que se repite en todos los blogs y que a todas nos encanta decir es eso de "esta experiencia te cambia mucho". Pero no lo decimos por decir, no, es la pura verdad. Claro que durante el proceso puede que no nos demos cuenta, pero una vez regresas a tu hábitat natural te das cuenta de la cantidad de cosas que ya no ves con los mismo ojos o que no entiendes como podías hacer eso hace solo un año.

En mi caso, esto fue lo que cambió de un año para otro:

En Alemania decidí dejar de lado el Colacao de toda la vida por una taza de café. Al principio no le veía la gracia, y ahora lo tomo por gusto. 


Antes de salir de mi casa no hacía mucho en cuanto a las tareas del hogar se refiere (ventajas de tener una madre de las de "quita, que tú no sabes, ya lo hago yo"). Después de un año, sé que soy totalmente capaz de poner una lavadora, una secadora, pasar la aspiradora, limpiar una cocina, fregar cacerolas y muchos muchos más.


Volví a engancharme a la lectura. Con los líos de la universidad, esto y lo otro, dejé los libros de lado. Leía de vez en cuando y libros que me recomendaran. En Alemania redescubrí lo que me gusta leer, meterme en una historia y verme reflejada en unos personajes. ¡Y ahora también en alemán!


Antes era una obsesionada del móvil, lo admito. Que si Whatsapp para arriba, que si Facebook para abajo... El año como au pair no tuve móvil con internet (de hecho, mi móvil de allí era un Samsung que lo más avanzado que tenía era la pantalla a color) y pude sobrevivir. Y de hecho me gustó mucho. Ahora que todo vuelve a "la normalidad" intento mantener distancia con él y no ser una whatsapp-dependiente de nuevo.


Aprendí a organizarme el tiempo. Si quería estar en un sitio a una hora, tendría que salir de casa con tanta antelación y hacer el camino de tal forma, entre otros ejemplos. Aunque parezca una tontería, esto era algo que antes no contemplaba y, oye, ayuda mucho a llevar una vida más o menos organizada.


Aprendí lo que es convivir con otras personas que no eran mi familia. Esto lo conocemos todos los que vivimos en casa de nuestros padres. ¿Quién no ha visto platos sucios en el fregadero y ha pensado "que lo haga otro"? ¿O ha dejado algo en el lugar que no tocaba sin el más mínimo remordimiento (con el consiguiente "mamá, ¿has visto mi no sé qué? ¡Si lo dejé aquí mismo!")? Cuando vives fuera de la "confianza" de tu casa aprendes que hay cosas que son o no son aceptables. Y esto, para el futuro, ayuda.


Conseguí arreglar situaciones que me superaban a mí misma. Cuando no puedes más, cuando has tenido un día horrible, cuando has aguantado una tarde entera a un niño poseído por el mismo demonio, cuando te encuentras un pájaro destripado en medio de la alfombra del recibidor... Ahí te ves con la vida real cara a cara, sabes que no puedes hacer otra cosa que seguir hacia delante, porque no hay vuelta atrás. En otras circunstancias lo hubiera mandado todo a tomar por saco, pero cuando toca, toca. Y lo mejor es saber que lo has hecho y lo has conseguido.


Antes era una adicta a las series. No podía vivir sin saber qué había pasado en el último capítulo de Anatomía de Grey o qué habría pasado entre Damon y Elena. Las leyes alemanas son muy duras con los que se descargan archivos de forma ilegal y yo tampoco quise arriesgarme a meterme en páginas de visualización on line, así que decidí hacerme abstemia por un año. Oye, y no se estaba mal. El día tiene más horas cuando no te pasas unas cuantas enganchada al ordenador.


Aprendí a valorar el dinero. Esto me parece muy importante para gente que, como yo no, había trabajado nunca y vive de las pagas de nuestros padres. Cuando trabajas y sabes lo que realmente cuesta ganarte ese dinerillo, aprendes a valorarlo más y a plantearte en serio cómo puedes gastarlo de la mejor manera si quieres que te dure hasta fin de mes.


Y lo más importante, durante este año aprendí a ver la vida desde otra perspectiva. Empecé a plantearme mi futuro, qué era lo que quería hacer y qué era lo que de verdad quería alcanzar. Parece una tontería, pero cuando ves la vida fuera de tu "zona de confort" descubres que hay muchas cosas que no sabes o que ni si quiera te has planteado. ¿Qué haré después de terminar la carrera? ¿A qué me dedicaré al terminar? ¿Tendré que irme otro año al extranjero? Y aunque he de reconocer que todavía no tengo respuestas a esas preguntas, lo veo de una forma que sé que antes no la habría contemplado.

martes, 19 de agosto de 2014

Quitando telarañas y reprogramando actitudes

Seguro que habíais pensado que ya me había olvidado del blog y que no iba a contar nada de mi vuelta y de mis últimos días por tierras alemanas, ni nada de nada. Que lo iba a dejar todo como J.K., con un final abierto y un "¡hala! ¡Inventad lo que queráis!". Pues no, ni soy tan millonaria ni tan cruel como J.K. y no podía terminar mi aventura como au pair sin anunciarlo en este blog, que que contiene lo que considero la esencia de este año. Y aquí esto, señores y señoras, en otro país, en otra habitación, con otro ordenador y un calor que me muero (oh sí, el maravilloso clima alicantino) disculpándome por casi un mes de silencio bloggeril.

Si os soy sincera (y como este es mi blog y hago lo que quiero, lo seré) no he tenido ganas hasta ahora de escribir. Quería esperar a adaptarme de nuevo, a acoplar quien soy ahora con la vida de quien era antes, a que las maletas dejaran de acaparar el espacio principal de mi habitación... De momento, ni he conseguido terminar de adaptarme, ni todas mis cosas están ordenadas (todavía tengo un par de cajas rondando por la habitación huérfanas de sitio en mi armario/estantería), pero hoy me he levantado con ganas de escribir y de volver a aburriros con mis historias y dramas personales.

De momento no me planteo echar el cierre al blog. Es más, me gustaría seguir escribiendo cosas nuevas, anécdotas y reflexiones propias de la vida au pair, además de cosillas más relacionadas con Alemania y el alemán que, a la larga, será de lo único que pueda hablar. Creo que este pequeño rincón que considero propio será lo único que dentro de un tiempo más o menos largo me siga manteniendo en contacto con mi antigua vida. Y si además alguien de por ahí encuentra algo útil entre tanta palabrería, mucho mejor.

Sería imposible resumir  mi último mes en Brühl en un par de líneas, así que me explayaré en una entrada a parte. Pero si hay algo que puedo asegurar, es que no fue un mes fácil. No por las despedidas, por la presión de la cuenta atrás, si no porque eses volví a sentir que no encajaba, casi como al principio. Y claro, una que está con las maletas por el suelo y los calcetines amontonados en una esquina, siente que a pesar del tiempo, de los esfuerzos y de las ganas infinitas, la cosa no ha cuajado, que no ha servido para mucho y que sigo sin tener un "hueco" en el mundo. Lo sé, mi capacidad de pensar en positivo estaba esos días de vacaciones en alguna playa menorquina. Pero como ya he dicho, esa es otra historia y será contada en otro momento.

La vuelta ha sido, en pocas palabras, rara. Ya comenté que no estaba del todo preparada para volver. Las últimas semanas tan duras hicieron que quisiera volver, pero las perspectivas de sentir que nada había cambiado aquí me hacían no querer volver. Tenía ganas de volver y de no volver. A la vez. Que haya vuelto con la cordura intacta es un misterio que todavía investigan científicos de todo el mundo. Pero bueno, lo acabas "asumiendo" y te ves sentada en un asiento de avión, llorando como una magdalena, mientras que la alemana de al lado te dice que no te preocupes, que volar es muy seguro.

Y la vuelta, ¿qué os puedo decir? La primera semana no está mal, hay mucha gente que te quiere ver (o no) y que dicen que te han echado mucho de menos (o no). Yo tuve que tomar algunas decisiones un poco amargas, como la de mandar a paseo a un par de amigas que si no hubiera sido por mis estados de Facebook no se habrían enterado de que estaba fuera. Pero supongo que eso también tiene que ver con madurar y hacerse mayor. Apartar de nuestro lado a la gente y las cosas que no nos aportan nada (o peor aún, nada bueno) y quedarnos con los que de verdad nos ayudan día a día.

Y aunque sé que suena a cliché y a lo que todo el mundo dice siempre, la experiencia te cambia, y mucho. Yo no soy la chica que se subió a un avión el 26 de agosto hace un año. No soy mejor ni peor, soy diferente. He aprendido tantas cosas que me sorprende a mí misma. Me he enfrentado a un montón de situaciones que nunca llegué a pensar que viviría. He viajado sola por Alemania, he quedado con gente desconocida, he recogido animales muertos de la alfombra, varias veces y a menudo sin forma definida. He lidiado con niños porculeros, los he odiado hasta el infinito y los que querido mucho más. He jugado a juegos con más ganas que ellos y he discutido por ver quien había ganado. Ha llorado y he reído. Lo he pasado muy mal y lo he pasado muy bien. He aprendido que las lavadoras no se ponen solas y que las cocinas no se limpian solas. Y he aprendido alemán.

Sí, ha sido un buen año.

sábado, 26 de julio de 2014

Echaré de menos...

... a mis niños (en modo adorable). Las peleas, los lloros y los dramas los dejaré en la caja de "recuerdos para el olvido". Prefiero quedarme con los abrazos, los besos sorpresa, las miradas cómplices, las risas y los juegos.

... hablar en alemán.

... viajar. Y sobre todo, viajar por poco dinero.

... la comida, en especial la Currywurst y la Spekucreme (una crema de galletas típicas de navidad que tiene calorías para aburrir y está de vicio).

... la comida de Corinna (sí, merecía un apartado especial). Sus inventos, sus platos rápidos y sus platos elaborados. Cada uno más delicioso que el anterior.

... al gato más adorable del mundo. Y a la pantera más chiquitilla de todos los tiempos.

... la independencia. Salir de casa con un simple "no vengo a cenar, ¡adiós!". Salir y volver a la hora que quiera, hacer lo que quiera, comer lo que quiera a horas indecentes (véase inflarme a galletas a las diez de la noche).

... los precios de los libros o, en otras palabras, encontrar libros más baratos que tazas de café.

... los precios de las series y de las películas. Encontrar chollos como las ocho películas de Harry Potter por 19,99€ (sí, odiadme).

... viajar en tren casi cada día. Y saberme de memoria las paradas, el tono de la voz que las anuncia y la dirección en la que te tienes que bajar.
... ir en bici.

... desayunar Brötchen y Buttercroissant (¡con Speku!) todos los domingos.

... beber agua con gas porque sí.

... pasear por los jardines de Brühl y por el centro de Colonia sin creerme que viva aquí.

... conocer gente nueva, de sitios que no sabría colocar en el mapa.

... colgar un anuncio en Facebook buscando un compañero de tándem y quedar con alguien que solo conoces por la foto de perfil.

... pasar los domingos sin plan en la cafetería de siempre, tomando un té y un trozo de bizcocho, con la única compañía de un libro.

... los artistas callejeros de Colonia que llenan las calles de música y arte.

... pasar el rato en la orilla del Rin, disfrutando de las vistas y de los personajes (a cuál más raro) que por allí rondan.

Ay, me quedan diez días. Diez días para dejar todo esto, para dejar esta vida, para dejar este lugar y para acabar este año que ha marcado un antes y un después. Y no me lo creo. Todavía no lo he asumido. No estoy triste, no estoy contenta, simplemente es como siempre. Como si ese billete también fuera de vuelta. 
Esto se acaba y no estoy preparada. Hay tantas cosas que quiero hacer, hay tantas cosas que quiero repetir. ¿Alguien sabe dónde se compran pastillas de realidad? Una au pair que no ha asumido el fin de su aventura las necesita.

P.D: ¿A que no sabéis quién ha aprobado el certificado del C1 del Goethe Institute? Creo que la señora que vive al final de la calle escuchó mis gritos de alegría! :D

martes, 8 de julio de 2014

La maleta ¡de vuelta!

No os podéis imaginar la pena que me da escribir esta entrada. Esto se acaba, señoras y señores. En menos de un mes (el día 4 para ser exactos) volveré a mi vida de siempre, a mi ciudad de siempre. Se acabaron los madrugones, los follones con las tostadas, el "date prisa que no llegamos", los paseos al Kindergarten, las horas en el parque, las cenas maravillosas, las torres de Lego, las tardes en el Woyton, los paseos por el Rin... ¡Ay! Y todavía no me lo creo. Vivo como si ese billete de ida fuera con una vuelta incluida. Pero no. A partir del 4 de agosto, se acabó lo que se daba. 
Por eso, para ayudarme a asumir que la aventura llega a su fin, quiero escribir sobre un tema que desde hace unos días me trae de cabeza. La maleta. 

He leído muchas entradas sobre la primera maleta: cosas imprescindibles, cosas que puedes o no traer, camisetas térmicas, nada de dos kilos de bragas... Pero no he leído nada de la maleta de vuelta. Es lógico, sería tan fácil como escribir: "saca las cosas de los armarios. Mételas en la maleta. Aprieta bien fuerte para que quepa todo. Vuelve a tu casa. Llora porque se ha acabado uno de los años más memorables de tu vida". Más o menos. Aunque ahora que tengo el problema delante, no me parece nada fácil. Por eso, por si alguien se encuentra en la misma situación que yo y quiere que lloremos juntos, o por si a alguien le entretiene leer entradas de maletas, aquí va mi versión personal de la maleta de vuelta.

La maleta es ese elemento del hogar que permanece en el armario sin hacerle daño a nadie hasta que un buen día tenemos que irnos de viaje. Y se convierte en el motivo de nuestra desesperación y el objetivo de nuestro odio más profundo. ¡Sin que la pobrecita haya hecho nada! Que si es muy grande, que si es muy pequeña, que si es muy negra o que si es muy de tela.. Una vez alcanzado el destino (con unos cuantos pelos menos de tanto estrés) y superada esta fase, la maleta vuelve al armario, esta vez un armario diferente, en una casa diferente y, probablemente, en un país diferente. Y ahí se queda, cogiendo polvo, esperando a volver a ser odiada.

Y en esa fase estoy yo. Porque claro, ¿quién se pone a pensar en la maleta de vuelta en enero, a seis meses de volver, cuando te vas de rebajas a gastar el dinero que te han enviado por tu cumpleaños? O, ¿quién se acuerda del peso permitido cuando ve una colección de libros oh-dios-mío-tienen-que-ser-míos-sí-o-sí- cómo-los-voy-a-dejar-aquí-por-este-precio? Nadie. Y no es hasta que llega un mes antes, cuando abres los armarios donde hay el doble de cosas que trajiste (y ya entonces ibas justa de peso) y tu cerebro llega a la conclusión de que, igual (igual), un par de killitos de más sí que tienes (no solo en el culo, no no, también en la estantería). 

Hay diferentes formas de arreglar el desaguisado: enviar un paquete, facturar otra maleta, rezar para que esas cosas de más se materialicen por arte de magia en tu habitación... 

El tema de enviar un paquete me lo planteé seriamente. Un paquete del extranjero a casa, de unos 20kg más o menos cuesta, según la compañía, entre 30 y 40€. Para enviar la ropa que sabemos que no se va a romper, no es mala idea. Pero... Llamadme tiquismiquis, pero eso de enviar mi ropa en un paquete y rezar para que llegue en condiciones aceptables y no tener que renovar el armario no me terminó de convencer (que igual luego te pierden la maleta y vuelves al mismo problema, pero...).
Facturar una segunda maleta, dependiendo de la compañía, puede costar entre 20 y 70€ más la maleta nueva, que calculando a ojo por menos de 25/30€ no encontrarás nada decente. 
Después de recorrer doscientas tiendas de maletas y tres Kaufhofs (el equivalente a El Corte Inglés alemán) encontré una maleta mediana por 24€ en el Primark (todavía tengo mis reservas respecto al estado en el que llegará...) y facturar otra maleta me costaba otros 20€. En total 44€ y con una maleta nueva para odiarla cuando haga falta. Comparando los precios y las condiciones, me decidí por esta segunda opción porque, sinceramente, me da más confianza.

Total, que me lio. Aquí me he juntado con el trío calavera preparado para llenarme de frustraciones y agonías. Que todavía queda un mes, sí, pero mejor ir empezando a darle al coco ya y evitar agobios y madresmías de última hora.



Llegados a este punto, cuando ya has asumido que ESO no cabe en ESO y te has dejado una parte del sueldo en maletas, no podemos perder la cabeza. Hay que ser práctico. No porque tengamos más espacio podemos empezar a comprar a lo loco o meterlo todo a presión. Hay que hacer una selección de lo que podemos llevar y lo que no puede volver con nosotros.

-Lo que podemos llevar.
Regalos, libros, cosas varias que hayamos comprado y la ropa "en condiciones". Todo lo imprescindible, lo que se tiene que venir con nosotros sí o sí.

-Lo que NO podemos llevar.
En este punto tenemos que dejar la humanidad de una lado y pensar con la cabeza. Esa camiseta que tanto nos gusta porque tiene unos colores preciosos y es muy cómoda, pero que la hemos usado todo el invierno y conoce los lugares más escondidos de la lavadora de tanto lavarla... Sintiéndolo mucho, se tiene que quedar aquí. O ese pijama que llevamos usando TODO EL AÑO porque el otro que nos trajimos se rompió después del primer mes y, oye, si lo lavo por la mañana y por la tarde está seco ¿para qué malgastar el dinero comprando otro? Ese también puede descansar en paz (no es que me haya pasado a mí ni nada parecido, es algo que oí no sé donde...).
También podemos aprovechar para desechar esos calcetines algo desgastadillos, la ropa interior que empieza a tener las gomas dadas de sí (todas sabemos de lo que hablo ¿verdad?), o ese pantalón que tiene un principio de agujero y que sabemos que no va a durar dos lavados más. Pero cuidado, a ver si nos vamos a deshumanizar demasiado y vamos a tirar medio armario. Hay que intentar buscar un equilibrio, ni todo ni nada, porque no merece la pena pagar sobrepeso por llevarnos unas camisetas viejas que ya no nos vamos a poner pero tampoco hay que aprovechar la ocasión para renovar el armario (o sí, esto ya depende de cada uno).

-Cosas que, si caben...
Esto ya depende del espacio que quede después de meter lo principal. Puede que, con suerte, no vayamos tan justos de peso y podamos añadir cosillas extra, pero también puede ser que roce el límite y no haya sitio para nada más. Por ejemplo, si acabamos de comprar un champú o una crema (algo caras, por cierto) y nos da pena dejar el bote prácticamente entero siempre podremos buscarles un huequecillo. Aunque si definitivamente no cabe, seguro que alguna amiga au pair no los rechazará. O si queremos llevarnos un bote de esa mermelada que taaaanto nos ha gustado este año y que taaaaanto hemos comido, si nos cabe un tarrito bien (bien protegido, por favor, no es cuestión de acabar con trozos de cerezas confitadas entre los sujetadores), pero si no tendremos que buscarle un sustituto en tierras españolas.


Llegados a este punto en el que todos pensaréis que soy una consumista y que me merezco lo que me pasa, os diré que sí, que soy una consumista. ¿Pero cómo no voy a comprar con los precios que tienen ciertas cosas en Alemania? Si en ciertos sitios un libro es más barato que un café o un DVD es más barato que una copa. Pues una, que prefiere las noches de viernes de libro, mantita y té (o fruta y helado en estas fechas), no ha podido evitar juntarse con esto. 


Tampoco tengo de qué preocuparme, solo son 13,60kg.

Ya no sé cuándo volveré a actualizar porque estoy haciendo un curso de verano por las mañanas (aquí pringando hasta el final xD) y me quita mucho mucho tiempo. Algo caerá antes de irme, seguro, pero de momento no tengo planeado cerrar el blog después de terminar mi aventura. O sí. Ya veremos

¡Deseadme suerte con el empaquetado! La voy a necesitar...

miércoles, 2 de julio de 2014

Las vacaciones empiezan en junio, pero no para las au pairs

¡Hola hola, caritas lindas!

Otro mes que se va y un mes menos para ponerle punto y final a esta aventura (ay, me emociono ya de pensarlo). 
Entre unas cosas y otras junio ha pasado volando. Bueno, junio o enero, porque a este paso son difíciles de diferenciar. Y es que, sí tuve la suerte de pasar uno de los inviernos más suaves en los nosécuantos últimos años, el tiempo se tenía que vengar de aquellos que entonces disfrutamos de las temperaturas positivas. ¡Y anda que no se está vengando bien! Hace como una semana que no vemos el sol y mi ropa de verano sigue abandonada en lo alto del armario, mirándome con cara de cordero degollado, esperando la ocasión de ser utilizada. Pero es que aquí, aunque brille el sol ¡hace frío! Bueno, tampoco os penséis que vamos con abrigos y bufandas por la calle. Pero por muy espléndido que parezca el día (que los hay, cuidado), mejor llevarte una chaqueta en el bolso. ¿Quién me iba a decir que la famosa frase de "nena, échate una chaqueta por si refresca" que tanto he oído esta vez iba a cobrar sentido? En cuanto el sol desaparece, el ambiente y el aire son fríos y, claro, echas de menos esa rebequita que te dejaste en casa porque, total "seguro que no me hace falta". 

Cuestiones climáticas a parte, el mes de este pseudo junio ha sido bastante tranquilo.

Empezó con un nudo en el estómago por culpa del examen del Goethe que ya comenté. Las primeras semanas las dediqué completamente a estudiar y memorizar listas de verbos con preposiciones (y maldecirme por no haberle hecho nada de caso a los libros estos meses... Lo sé, mea culpa). Pero bueno, a pesar de los ataques de nervios y las noches con pesadillas (soñaba que hacía el examen y estaba en chino ¡maldito subconsciente!) sobreviví y pude volver a mi vida tranquila de siempre.

El primer sábado del mes tuve el escrito y como era en Bonn, quise aprovechar para hacer un poco de turisteo. Pero no conté con que ese día haría un calor horroroso (calor de Alicante un día de agosto a las dos de la tarde, no digo más) y tras pasear un poco por el centro decidí no correr el riesgo de  sufrir una lipotimia y me fui a mi fresquita casa.

El domingo, aprevechando el exceso de buen tiempo fui con una amiga a ver uno de los lagos de Brühl, algo que tenía pendiente en mi lista de cosas que hacer desde hacía tiempo. Los meses de bicicleta estática en el gimnasio han dado sus frutos y mientras la pobre chica llegó medio muerta, yo llegué solo un cuarto. Nos planteamos la idea de darle la vuelta al lago, pero fuimos realistas y nos quedamos en un huequecillo que hacía el camino donde el agua no estaba profunda y pudimos meter los pies.




Pocas horas después de esa espléndida tarde, cayó en NRW la peor tormenta de los últimos diez años, que causó graves daños en varias ciudades y acabó con la vida de cinco personas. Ver para creer.



El siguiente sábado, el del oral, sí que hizo un tiempo decente para pasear por la calle sin que se derritieran las suelas de los zapatos y aproveché para visitar algunos sitios de Bonn que tenía pendientes. Uno de ellos era el Cementerio Antiguo (añado el comentario de mi abuela "hija mía, de to' lo que hay pa' ver y tú te vas a un cementerio" jajaja). Es uno de los más antiguos de Alemania y en él están enterradas varias personas importantes de la región, la madre de Bethoveen y el músico Schumann con su mujer entre otros.






Como ya sabréis, los cementerios por estas tierras (igual que en Inglaterra, creo) parecen parques. Había lápidas muy muy antiguas y muchas estaban enterradas varias familias juntas. De hecho, me entretuve mucho en una tumba muy grande, descubriendo los parentescos de todos los que estaban enterrados allí (recordad que las mujeres cambian el apellido al casarse, aunque en la lápida aparece también el de soltera, y a veces es difícil relacionar parentescos). No sé si sería blasfemo, pero en mi cabeza no paraba de sonar la canción de Mecano "y los muertos aquí, lo pasamos muy bien, entre flores ¡de colores!" ¿La conocéis?


Después del paseo, me fui al museo Haus der Geschichte (Casa de la historia) que trata la historia de Alemania desde el final de la guerra. Es bastante interesante, con muchísimos documentos originales, carteles, fotos, ropa, cine... No solo trata de política, sino que tiene de todo un poco. Personalmente, me gustó mucho cómo estaba organizado y los "decorados": por ejemplo, en el apartado que trataba de la prensa, había un pequeño kiosco con periódicos, como si fuera de verdad. Una de las cosas que más me llamó la atención fue una pantalla donde iban pasando fotos de lugares emblemáticos de algunas ciudades alemanas inmediatamente después de la guerra y diez años más tarde. Es increíble ver cómo el país entero se recuperó de tal destrucción en tan poco tiempo. Si pasáis por ahí, no os vayáis sin haberle echado un ojo porque de verdad asombra. Sin embargo, he de decir que a veces la cantidad de información apabulla demasiado y confieso que al final acabé dejando de lado los pequeños detalles. Hay que estar pendientes a la megafonía, porque por ahí avisan las visitas gratis por las exposiciones (yo me apunté a una sobre la evolución de los parques y jardines particulares que, a pesar de que el propio nombre suene aburrido, no estuvo mal). Y lo más importante ¡entrada gratis!

El domingo volvió a hacer bueno (ahora que lo pienso, soy una mentirosa, he empezado esta entrada quejándome del mal tiempo, pero entendedme, soy de la costa ¿mal tiempo en junio?) y aproveché para ir con una amiga al jardín botánico de Colonia. Esa idea no la tuvimos solo nosotras, sino media ciudad. A pesar de la multitud pudimos verlo bastante bien y, como no, ¡entrada gratis!

Prometo que hice fotos, pero deben estar en una dimensión oculta de mi ordenador porque no las encuentro.

Voy a saltarme el siguiente fin de semana porque, total, no hice nada digno de mencionar a parte de robar un póster en la VHS y vamos a ir al grano. ESTE fin de semana. EL fin de semana.

El sábado pude conocer y hablar con la mismísima Kerstin Gier, una autora alemana de literatura para adolescentes y mujeres. Y es que al principio del mes me entró la vena "alemanizadora" y me puse a buscar libros en alemán de verdad, nada de traducciones. Y topé con la Edelstein-Trilogie (la Trilogía de las piedras preciosas). Es, por así decirlo, como la saga Crepúsculo a la alemana, pero en lugar de con vampiros, con viajeros en el tiempo (así explicado no tiene nada de chicha, pero la historia me enganchó muchísimo). Investié un poquito a ver si la autora haría alguna aparición en público y sonó la flauta. Resulta que está de promoción del segundo libro de su nueva trilogía Silber y la presentación sería en Colonia el sábado 28. Y ahí que me planté yo, con mi libro leído y las ansias de seguir con la historia, rodeada de adolescentes con aparatos y señoras (repito, señoras) más emocionadas que las más jóvenes.
La autora fue un encanto: leyó un par de capítulos, habló bastante de la trama y respondió mil y una preguntas. Y al final, fue firmando los libros.

Cree en tus sueños
Y esto no es todo, amigos. Cuando le dije mi nombre para la dedicatoria, me preguntó que de dónde era y todo eso. Y, sin saber cómo ni por qué acabé dándole mi dirección para que me envíe la edición española del primer libro (que justo salía ese día en España). Oye, que igual la mujer lo dijo por decir, pero ¡ay! ¿Y si lo hace de verdad?(MODO fan-obsesa-adolescente ON).

Y el domingo, para seguir con EL fin de semana, tenía el concierto de Revolverheld, una banda alemana que conocí estando aquí y de la que estoy enamorada.
No era un concierto propiamente dicho, si no un festival y tocaron otros grupos que también me gustaron mucho y que ya tengo fichados por Spotfy. A pesar de las amenazas de lluvia y de que fui sola (en realidad casi siempre voy sola a todas partes, ya no es algo que me extrañe) me lo pasé de lujo, canté a grito pelao' y añadí un pin a mi colección.

Jennifer Rostock - mi nuevo descubrimiento




Y eso ha sido todo. De momento. Ay, entro en la fase final y estoy con una mezcla de alegría y tristeza que no es nada sana. Con muchas ganas de volver y empezar planes nuevos pero con mucha pena de dejar mi vida aquí. Y a la vez con muchas ganas de abandonar niños gritones y madrugones inhumanos y sin ánimos de volver a la rutina de siempre. ¿Veis lo complicado que es?

¡Un besote!

miércoles, 25 de junio de 2014

La comida en Alemania: costumbres y manías

La comida es uno de los temas estrella de los que hablamos las au pairs cuando nos reunimos y también el que más críticas genera. Y es que, aunque todas sabemos a lo que nos enfrentamos al venir a un país diferente y, además, vivir en una familia con sus propias costumbres culinarias, no somos conscientes de la realidad hasta que nos estampamos con ella (para bien o para mal).

A decir verdad, cuando elegimos a nuestra futura familia qué desayunan, comen y cenan no es una de las preguntas más frecuentes (a no ser que tengamos alergias, ciertas manías inamovibles o seamos/sean vegetarianos, por ejemplo). Bastante tenemos ya con preocuparnos por los niños, los horarios, las tareas, el Taschengeld o el Monatskarte. Y no es hasta que tu madre/abuela (para las que este tema es de vital importancia) te dice algo como "anda que no echarás de menos el jamón serrano" o "hija, si a ti no te dan bien de comer tú cómprate lo que quieras, ¡a ver si vas a adelgazar!"  cuando te das cuenta de que no tienes ni idea de lo que le deparará a tu estómago en tu nueva casa. La sorpresa está asegurada.

Cada familia es un mundo, sea en Alemania, España o China. ¿Nunca habéis ido a casa de una amiga a comer y os han puesto en la mesa un "manjar" que vosotros ni le daríais al gato? Pues si hablamos de otro país y otra cultura... ¡Para qué más! Puede que las cosas que diga aquí no sean así en la casa de Menganito o Fulanito pero, a rasgos generales, esto es lo que una se encuentra en Alemania cuando entra en la cocina.

  • Los horarios
Esto es lo primero que cambia respecto a España y puede que sea algo difícil de sobrellevar hasta que nos acostumbremos.

-El desayuno. Suele ser entre las 6.30 - 7 - 7.30 dependiendo de los horarios de trabajo de cada uno, también puede ser más tarde pero si tenemos niños que van al cole acostumbraos a tomar los cereales a estas horas.
Los adultos beben café o té y los niños, en mi casa, agua. Siempre me acuerdo de mi madre, para la que el ColaCao de la mañana era la fuente de energía más importante del día y por muy tarde que fuera no nos dejaba salir de casa sin haberlo tomado. Hay otros críos que sí que toman leche, normalmente blanca o con chocolate (este suele ser especial para niños y no tiene azúcar).
Normalmente el café se acompaña con una o varias tostadas. Estas pueden ser dulces, con mantequilla y mermeladas varias, pero lo más normal es tomarlas con embutido o queso. Por lo menos en mi casa no se toman dulces (galletas, bollos, cereales...) aunque sí muesli  (mezclado con yogur o puré de frutas y leche). La nutella y similares se reservan para los fines de semana (por lo menos para los niños). 
Esta rutina es algo diferente los sábados y sobre todo los domingos. Se compran panecillos recién hechos y nosotros nos permitimos el lujo de comer un Croissant. Además, estos días el desayuno suele alargarse más y es más abundante.

-La comida del medio día. Esto sí que se puede convertir en un gran problema. Por lo menos para mí lo fue y todavía lo sigue siendo. Para los alemanes esta comida no es tan importante como para nosotros y suelen tomarse un pequeño piscolabis (un sandwich, una fruta, un café y unas pastas...) sobre las 12. Se supone que con esto en el cuerpo ya aguantan hasta la cena, aunque a mí a esas horas el cuerpo me pide comida de verdad. Los niños, por el contrario, sí que comen una comida decente en la guardería (sobre las 12 y media/1).
Para mí esto fue un shock cuando llegué. El primer día aquí, sobre la una del medio día (que yo ya tenía el desayuno por los talones) simplemente se tomaron un té y los niños un bollito porque según ellos "habían desayunado mucho". Sí, desayunamos mucho, pero de eso hacía 4 horas y yo ya tenía instintos de arrasar la cocina. Poco a poco el cuerpo se me ha acostumbrado a una comida "intermedia": ni tres platos como en España, pero tampoco una triste manzana. Generamente como lo que haya sobrado de la cena del día anterior, un sandwich o, si tengo la vena creativa-MasterChef, alguna invención.
Los fines de semana esta comida desaparece porque desayunan más tarde y más cantidad.

-Kaffestundchen. Esto es, para entendernos, la merienda. Pero la merienda a las 3/4 de la tarde. Es más típico de los niños, aunque yo también lo hago y los fines de semana "sustituye" a la comida del medio día. Es simplemente algo muy ligero que entretenga el estómago hasta la cena: una galleta con un vaso de leche, un trocito de algún dulce, una fruta...

-La cena. Esta es la comida más importante en Alemania y se suele hacer sobre las 6/6.30. Lógica aplastante alemana: la comida que más energía proporciona la hacen al final del día. Dependiendo de la familia esta puede ser la comida como Dios manda que llevamos esperando todo el día o una tortura culinaria más.
En Alemania está muy extendido el Abendbrot, que es simplemente una cena fría que consiste en pan con mantequilla y embutido. Esta es la cena de prácticamente todas las chicas que he conocido y, para las que venimos de países más mediterráneos, se puede considerar casi una tortura. Poneos en situación: has desayunado un café y una tostada a as 7; has "comido" una fruta y un té a las 12; has merendado una galleta y otro té a las 15 y ahora cenas un par de panecillos con embutido o queso a las 18. Y ya con eso en el cuerpo te vas a la cama hasta el día siguiente. Así están los alemanes, que no encuentras a un gordo por la calle ni aunque te lo propongas (y si lo encuentras, seguramente no será alemán).
La segunda opción solo la tienen algunas afortunadas entre las que me incluyo. Esta cena es lo que podríamos decir una comida decente: pasta, verdura, carne, guisos... Mi HM, como ya he dicho muchas veces, es una excelente cocinera y cada día prepara un plato mejor que el anterior. Sinceramente, no me podría imaginar cenar todas las noches pan con algo.

¿Y después? Se supone que después de la cena, se acabó lo que se daba, te vas a dormir y hasta el día siguiente. Pero esto es más teoría que otra cosa, por que a las 21.30/22 una vuelve a tener un hambre voraz. Ellos de vez en cuando pican algo ligero (un trocito mínimo de pan con queso o algo similar) y ¿qué hacen las au pairs? Destapan su suministro privado de galletas/Mars/Twisters/guarrerías varias o, en su defecto, asaltamos el armario/cajón de la cocina buscando algo con lo que contentar al estómago.

Y he aquí el quid de la cuestión. ¿Ser au pair engorda? Si hablo de mi caso, sí. Y por lo que sé de otras chicas, es lo más normal. Es muy fácil engordar justo por este caótico horario de comidas que sufrimos aquí. Es decir, al no tener una comida principal "establecida" (por ejemplo, la comida del medio día a la hora de siempre) una se pasa el día picando. Que si una galleta ahora, que si una fruta luego, que si un par de chocolatinas después... No piensas "no me voy a comer esta chocolatina a las 12 porque sé que en una hora comeré. No, te la comes, porque a saber cuándo podrás volver a comer. Y tampoco es cuestión de hacer una comida tradicional española con su primero, segundo y postre si sabes que a las 18 vas a tener una cena contundente. Y así hasta en final del día, picando por aquí y por allá.
Hasta que el cuerpo se acostumbra a seguir el horario (si es que se acostumbra) pasa un tiempo relativamente largo de adaptación y sin que te des cuenta esos pantalones que te trajiste "algo" ajustados ya no te cierran (true story...). Si añadimos la cantidad de dulces que ofrecen los supermercados y la maldita frase "no me voy de aquí sin probar esto", ya os podéis ir haciendo una idea.


  • Manías y costumbres
El santo pan. En Alemania se come mucho mucho pan (ya veis que en muchas casas es la cena principal) y este suele ser integral o con cereales. En las panaderías hay de muchísimas clases (con pipas de girasol, de calabaza, varios frutos secos, nueces, de centeno...) y se venden como hogazas grandes o panecillos pequeños (Brötchen). Esto incluye el pan de molde, ese gran alimento que no puede faltar en ninguna casa alemana que se precie. Pero siempre, SIEMPRE integral. El pan blanco es un invento del demonio para devorarnos el alma. Esto es así y es inamovible. Y para muestra, un botón. Un día apareció en la casa un paquetito de pan de molde blanco que mi HM había comprado por error. Claro, había que comerlo. Cuando les planté a los niños su tostada matutina con el pan blanco me miraron como si fuera una asesina intentando envenenarlos. "Pero si este pan es malísimo para la salud". Al final conseguí convencerles de que una tostada no les mataría y aún así lo comieron con reservas y de hecho fui yo la que tuvo que acabar con el paquete porque aquí ni lo miraban.
¿Y qué diferencia hay entre el pan blanco y el integral? Después de ver la reacción de los alemanes ante el pan blanco me quedé con la duda. No sé vosotros, pero es el que se ha comido en mi casa de toda la vida y ya me planteaba si sería cancerígeno. Resulta que el pan blanco, al estar hecho de harina refinada, tarda mucho menos en convertirse en energía para el cuerpo y no provocan picos de glucosa, mientras que el pan integral, al llevar el salvado del trigo u otros cereales, el cuerpo tarda más en convertirlo en energía porque le cuesta más "descomponer" estos ingredientes (esto está sacado de no sé qué página de internet, por lo que su veracidad es bastante dudosa, yo de nutrición no tengo ni idea xD). No sé si habrá más diferencias, la verdad, pero ya sabéis,  pan blanco en Alemania, caca.

En cuanto a las barras de pan nuestras de toda la vida, aquí prácticamente no se consumen, se llaman baguette (aunque ya os digo que no es lo que nosotros llamamos baguette, sino una barra de pan) y son algo caras (1 euro y pico).


El azúcar. Si el pan blanco es veneno, el azúcar provoca la  muerte inmediata. Y con esto no quiero decir que en Alemania no se coman dulces, ni mucho menos. Solo hay que pasar por delante de una panadería para que se te haga la boca agua con los pasteles y los bollos. Pero os dejéis engañar por su maravillosa pinta, les falta azúcar. Cuando llegué aquí, una de las cosas que me llamaron la atención fue que al comer pasteles no estaban lo suficientemente dulces. Pero después de cuatro meses, cuando volví a España, todo me estaba demasiado dulce. Y, de hecho, hace poco hice un bizcocho con los niños siguiendo una receta española y puedo asegurar que a todos nos sabía demasiado dulce.
Además, en las cafeterías muchas veces tienes que pedir una bolsita de azúcar porque o te dan una muy pequeña o directamente no te ponen (como en el caso del té, por ejemplo, que es muy normal tomarlo sin azúcar).
Los niños beben un cacao especial sin azúcar e incluso beben zumo rebajado con agua para que este no les proporcione tanta glucosa (el famoso Apfelschorle, zumo de manzana rebajado con agua con gas). En teoría las frutas ya proporcionan el azúcar necesario para el cuerpo, ¡pero cuidado! No os paséis con el plátano o las uvas, que tienen mucha azúcar y "a ver si nos va a dar algo" (palabras textuales de mis niños).
Las chucherías se toma de vez en cuando y, por supuesto, bebidas como la cocacola o similares suelen estar prohibidísimas (apunte curioso: mi HD la toma rebajada con agua cuando tiene dolor de barriga).

Los platos. Yo siempre había oído que en Alemania solo se comían patatas y salchichas y de hecho, creo que es lo primero que se nos viene a la mente cuando pensamos en la gastronomía germana. Sin embargo, aquí también ha llegado la influencia de la cocina italianas y las pastas, pizza y muchos más son platos bastante queridos entre los alemanes. Como nunca he comido en otra casa que no fuera la mía, no sé muy bien qué platos servirán en otros sitios, pero aquí comemos de todo un poco.

BIO. En prácticamente todos los supermercados hay alimentos bio. Estos están muy de moda en este país y puedes encontrarlos por todas partes. Generalmente está el producto en sí (ya sea frutas, verduras, dulces, cereales...) y un par de marcas "bio". Incluso supermercados como Rewe tienen una sección especial dedicada a ellos.

No sé si me olvido de algo, probablemente sí, pero si me voy acordando de las cosillas, las iré añadiendo. La experiencia de ser au pair no tiene solo que ver con viajar y cuidar niños, ni mucho menos. La comida es un aspecto maravilloso que hay que aprovechar al máximo. Intentad no cerraros en banda e ir con el "esto no me gusta" por delante. Realmente, lo peor que nos puede pasar es que nos encante muchísimo algo que luego, en nuestro país, no podamos encontrar. 

viernes, 20 de junio de 2014

Goethe Zertifikat C1

Mientras hago tiempo hasta que venga la señora de la limpieza para poder desaparecer (una porque no aguanto el ruido de la aspiradora y otra porque ya estoy harta de que me pregunte que cuándo me voy a casar y que a qué espero para tener hijos..) os voy a hablar del examen del Goethe Institut. 

Creo que en el blog no le doy mucha importancia al idioma (en realidad, aquí solo me quejo...) pero no puedo olvidar que el alemán es el motivo por el que estoy aquí. Por eso, y por si hay algún interesado/a en el tema, aquí va un pequeño resumen del examen del Goethe del C1 al que me presenté hace un par de semanas.

El Goethe Institut es, en pocas palabras, el centro que se encarga de regular todo el tema del alemán como lengua extranjera: cursos, exámenes y títulos, entre otros. En definitiva, sería un equivalente del Instituto Cervantes en España. No sé si alguien por aquí ha mirado lo que vale un curso en alguna de sus sedes en Alemania, pero si sois estudiantes humildes como yo, mejor no lo hagáis.  

Como en todos los centros, el Goethe Institut ofrece certificados desde el A1 hasta el C2, incluyendo exámenes específicos para estudiantes que quieren entrar en alguna universidad de Alemania (TestDaF) o para gente que quiere trabajar aquí (Zertifikat Deutsch für den Beruf).
Los exámenes (como todos los exámenes de idiomas) constan de cuatro partes:
1- Leseverstehen (comprensión escrita)
2- Hörverstehen (comprensión oral)
3- Schriftlicher Ausdruck (espresión escrita)
4- Mündlicher Ausdruck  (espresión oral)
En cada examen los ejercicios de cada parte son diferentes y varían la dificultad. 

En un principio, mi objetivo era el B2. Cuando llegué hice un curso de B2 + en Colonia y luego decidí repetirlo en Brühl (en su momento no me sentía muy segura con mi alemán y preferí consolidar lo que ya sabía, además de que dar las clases aquí era mucho más cómodo). La profesora de la VHS de Brühl empezó a prepararnos para el examen del Goethe desde el primer día. No es que enfocara la clase en la prueba, pero cada día nos mandaba algún ejercicio de algún examen anterior, redacciones... Y ahí me empecé a plantear que no estaría mal presentarme al examen. Me convencí del todo cuando vi que por mi zona en España no hay ninguna sede cerca, por lo que me tocaría desplazarme (y bastante) si quería hacer el examen allí. Además ¿cuándo iba a tener más fresco el idioma que ahora? 
Sin embargo, después de hacer varios modelos me di cuenta de que en todos tenía muy buena puntuación mientras que a mis compañeros les costaba más, así que me planteé si no sería mala la idea de presentarme al examen de C1. Después de hablarlo con la profesora y de que me diera su aprobación, decidí liarme la manta a la cabeza y apuntarme.

Esto hay que meditarlo muy bien, porque los exámenes no son lo que se puede decir baratos. Cualquiera que ya haya hecho una prueba de este tipo (los certíficados de Cambridge, por ejemplo) podrá corroborarlo con la cicatriz que le dejaron al quitarle el riñón. Estos en concreto valen:

B2: 150€ para aquellos que participan en un curso del DI
      200€ para los que se presentan por libre.
C1: 170€ para aquellos que participan en un curso del DI
       250€ para los que se presentan por libre.

Sinceramente no sé muy bien por qué pero solo tuve que pagar las tasas de alguien que participa en un curso (a pesar de que mi curso era en la VHS y no en el Goethe Institut) y, además, la escuela me pagó 55€ al apuntarme allí. No entiendo muy bien por qué, pero preferí no preguntar por si se lo pensaban mejor y no me lo pagaban (por preguntona xD). Al final el examen me costó 115€, que aunque está muy bien en comparación con los 250€ que pensaba pagar, me sigue pareciendo muy muy caro.

Hay que tener mucho cuidado con los plazos de inscripción porque suelen ser un par de meses antes del examen y una vez que se han pasado no te puedes apuntar a esa convocatoria. Se supone que en las sedes van haciendo exámenes períódicamente (una vez al mes o cada dos meses, no lo sé muy bien), pero como a mí el descuento me lo hacían para esa convocatoria, no me planteé dejarlo para más adelante y pagar más. En mi caso, las fechas estaban en el folleto de la VHS, así que si os hacéis con uno y tenéis interés lo podréis mirar ahí.

A mí me tocó hacerlo en Bonn y en días separados. Uno para el escrito y otro para el oral. Ambos en sábado. Así aproveché esos para hacer un poquito de turismo por la antigua capital de Alemania y ver un par de lugares que no había visto.

Münster
Cementerio Viejo (uno de los más antiguos de Alemania)

Conmigo lo hicieron nueve personas más (en total, éramos cinco españoles, ¡qué plaga estamos hechos! xD) y al llegar al aula las mesas ya estaban preparadas con nuestros nombres. ¡Ah! Para evitar las trampas, al entrar tienes que entregar el móvil y meterlo en un sobre, que se quedará encima de la mesa de la profesora hasta que termines.

Y ahora sí, el examen.

1. Leseverstehen
Se supone que es la parte más sencilla, aunque en mi examen fue una pesadilla. Los textos eran bastante complicados (mucho más que con los que me había preparado) y metí bastante la pata.

Hay tres ejercicios.
1- Tienes un texto principal y un pequeño resumen. Al resumen le faltan 10 palabras que tendrás que deducir a través del primer texto. Pueden ser derivaciones (por ejemplo, si hay un verbo en el original, te exigen un adjetivo), sinónimos o expresiones que deduzcas por el contexto. Hay que tener mucho mucho cuidado con casos, géneros, artículos...
Para mí esta parte fue tan difícil porque muchos huecos los tenías  que deducir por el contexto. Ahí es cuando te entran las dudas de "¿ändern o verändern?", "¿kommen o bekommen?" y, claro, es muy fácil cagarla.




2- Este es algo más sencillo. Tienes cuatro textos (generalmente son opiniones de diferentes personas sobre un tema determinado) y tienes que escribir los fragmentos que hagan referencia a una serie de temas que te proponen. Lo complicado aquí es saber qué elegir, ni mucho, ni poco y saber expresarlo bien. Además, os puede pasar como a mí y que no tengáis ni idea de lo que significa uno de los puntos, por lo que te la tienes que jugar si no quieres dejarlo en blanco.



3- El último ejercicio, aunque parece sencillo, se puede convertir en una pesadilla. Es un texto, con huecos, y cada hueco tiene cuatro posibles opciones. En estos huecos suelen ir colocaciones (por ejemplo, Glauben schenken y no geben), Funktionsvergefüge (in Betrieb nehmen y todo eso), conectores... Si lo tienes claro, la respuesta es obvia, pero si no...





2. Hörverstehen
Esta parte a mí me resultó más sencilla de lo esperado.

Hay dos ejercicios.
1- Se trata de una conversación telefónica de alguien que llama a algún sitio pidiendo información. Tienes que apuntar la información que te pida el ejercicio y solo se puede escuchar UNA vez.


Hay que tener cuidado con esto, porque puede que estés esperando la frase sobre la que te preguntan algo y que la respuesta vaya antes. Es decir, una señora llama para pedir información porque quiere apuntar a su hijo a la orquesta de la ciudad. Tienes que apuntar cuándo puede hacer una audición, por lo que esperas a oír algo relacionado con la audición. Entonces el señor responde "blablabla... prueba de la audición". Ya la has liado, porque ese "blablabla" era la respuesta a tu pregunta y no tienes la oportunidad de escucharlo otra vez. No sé si ha quedado claro con el ejemplo, pero sabed que es una auténtica putada. Por suerte esto solo suele ocurrir en una (dos como máximo) de las respuestas, el resto sí que te anuncian cuándo van a hablar de lo que tienes que contestar.

2- Escuchas una entrevista entre dos o más personas sobre un tema. Es tipo test y tienes que seleccionar la respuesta correcta entre tres opciones. Aunque parezca el típico ejercicio de idiomas (bueno, no lo parece, lo es) hay que tener cuidado porque las opciones sí que hacen referencia a algo que han dicho, pero cambiando algún matiz.





Por ejemplo, una chica habla de los campos de trabajo de verano para jóvenes y cuenta cómo lo descubrió. Las tres opciones son:
a) una amiga,
b) un estudiante de intercambio,
c) internet.
Ella dice que: en casa de una amiga, vivió un año un estudiante de intercambio. Se hicieron amigos y un día salió el tema de los campos de trabajo. El chico, que ya había participado en unos cuantos, le contó su experiencia y a partir de ahí ella empezó a investigar en internet. Si no prestas atención, te puedes confundir porque realmente habla de las tres cosas.
Además, algo que confundió a mucha gente es que el chico de intercambio se llamaba Ian, que se parece mucho a "ihr" (posesivo y pronombre de femenino), por lo que se decidieron por la opción incorrecta.
Como este hay muchos "trucos" para confundir al que no lo haya entendido bien.

3. Schriftlicher Ausdruck
1- Se trata de descibrir una gráfica. ¿Cuándo voy a necesitar saber describir una gráfica en alemán? Bingo, nunca. Pero hay que aprenderlo.
Al principio de esta parte te dan dos temas y tienes que elegir uno. Mucho cuidado con esto, porque una vez elegido ¡no lo puedes cambiar!



En mi examen los temas eran:
A: La aparición de mercancía ilegal en las aduanas alemanas (al leer esto me dio un soponcio xD)
B: La transformación de las familias alemanas en los últimos cien años.
A pesar de que el vocabulario de comparaciones y desarrollo no lo controlaba del todo bien (en ninguno de los modelos que hice, e hice muchos, no salían comparaciones) me decidí por el segundo tema porque me parecía más asequible.
Después del tema, recibes una hoja con la gráfica y cinco puntos sobre los que tienes que hablar. Generalmente siguen un patrón: describe la gráfica, compárala con tu país de origen, ventajas/desventajas, motivos/consecuencias, opinión personal... En total tienes que escribir unas 200 palabras.

Es muy importante estructurar bien la redacción, con entrada y conclusión. Separar los párrafos, utilizar Redensmittel y demás para que quede bien bonito y estructurado. Además, para tener buena puntuación hay que emplear expresiones más formales (de estas que no usa nadie, solo en los exámenes). Dejar a un lado el "es gibt" (hay) o "ist" (es) y empezar a usar otros términos.

A la hora de la corrección valoran:
-que hayas hablado lo suficiente de todos los puntos que te piden (no mucho de uno y nada de otro)
-que la gramática sea correcta y no haya demasiadas faltas de ortografía
-que el texto tenga sentido y sea coherente
-que el vocabulario sea elevado y no repitas las mismas expresiones

Si bien es verdad que estaría genial cumplir todos los requisitos, siempre se contempla la idea de "sacrificar" un punto por otro. Por ejemplo, vale la pena utilizar un vocabulario más sencillo si todo lo que escribimos es gramaticalmente correcto y no tiene fallos. Pero vamos, que hay que intentar ir a por todas y arriesgar. En mi examen, por ejemplo, al hablar de las familias mencioné los métodos anticonceptivos. Pero como no tenía ni idea de como se decía eso en alemán puse "métodos que impiden el embarazo".


2- El segundo ejercicio es un texto con huecos para rellenar (sí, otro más). Aunque en este caso no tienes nada en lo que apoyarte y tienes que echar mano de tu sabiduría. Te dan un texto anexo que te sitúa el contexto y a partir de ahí, hala, a la aventura. Este texto a rellenar es un texto formal, cosa que hay que tener en cuenta para evitar palabras de uso cotidiano.



A mí me tocó rellenar la carta de un señor a un escritor, ya que en su círculo de lectura habían leído su libro y querían invitarle a una lectura en público.

Mucho cuidado con este ejercicio, porque la gente se centra tanto en la redacción que se olvidan de él o no les da tiempo a terminarlo. Personalmente, recomiendo hacerlo en primer lugar, y así te llevas unos minutos extra para la redacción.

En cuanto al tiempo, cada parte tiene un horario determinado. En ese tiempo tienes que contestar y pasar tus respuestas a la hoja de soluciones. En general da tiempo suficiente (que no de sobra, cuidado), excepto en la parte escrita, en la que hay que tener mucho cuidado con el reloj. Si como a mí, os gusta pasar la redacción a limpio y leerla tranquilamente, tendréis que calcular muy bien el tiempo para llegar a todo.En mi prueba, la examinadora fue un cielo y en esta parte nos dio unos 20 minutos extra, que a mí me salvaron la vida. Además, en la primera parte, a una chica que no le dio tiempo a pasar las respuestas, le dio el tiempo del descanso para hacerlo (que no tenía por qué, le podría haber quitado el examen).


4. Mündlicher Ausdruck
Última parte. Consta de los dos ejercicios típicos: monólogo y diálogo.

Antes de empezar te hacen un par de preguntas para "relajar" el ambiente: de dónde vienes, por qué haces el examen... Esta parte hay que intentar hacerla bien, porque si ya empiezas cagándola, das bastante mala impresión. En el examen hay dos correctores y las notas corresponden a la media entre los dos.
Cuando llegó mi turno, una profesora nos llevó a mi compañera y a mí a un aula donde tuvimos 15 minutos para prepararnos. Ya teníamos los asientos asignados y los temas, por lo que nada de elegir. Te dan una hoja donde te puedes hacer un esquema de lo que vayas a hablar (¡nada de frases! Ideas, palabras sueltas y el orden).

1- Monólogo.



Mi "tema" no era otra cosa que una cita de un escritor alemán que decía lo bonita que se ve la patria cuando uno está en el extranjero. A mí me encantó, porque enseguida me vinieron ejemplos a la cabeza, ideas y experiencia. Tienes una serie de puntos a los que hay que hacer referencia y, como siempre, intentar estructurarlo todo bien, con inicio y conclusión. Parece que no, pero se pueden convertir en los cuatro minutos más largos de nuestra existencia. Personalmente creo que me salió bastante decente, a pesar de los nervios y del temblor de voz que tenía (mi padre me propuso tomarme una cerveza antes de hacerlo, para que me soltara más, pero a las 10 de la mañana no me veía con cuerpo de cerveza xD). Mi compañera, una mujer ucraniana, habló mucho y muy rápido. No le hice mucho caso, porque mi mente estaba en modo: "lo peor ha pasado, regodéate" y no la escuché atentamente, pero me pareció que lo soltaba todo de golpe, sin estructurar ni nada.

2- Diálogo
Te dan un tema y una serie de opciones que tienes que debatir.

El diálogo me fue bastante bien. Ya había hablado un poco con mi compañera mientras esperábamos y se veía que controlaba (lleva viviendo aquí 10 años).  En mi caso fue buscar un hobby para el tiempo libre entre cinco ofertas. Aquí de lo que se trata es de que hables de las ventajas y desventajas de cada uno y que al final tomes una decisión en común. Nuestro diálogo fue muy fluido y "casi" divertido, como si hubiéramos hablado del tema toda la vida. Al final nos tuvieron que cortar para que llegáramos a la decisión, porque si no todavía seguiríamos debatiendo si clases de canto o fotografía al aire libre se adecuaban a nuestros perfiles.

Como mi compañera era cantante, terminamos el examen con un fragmento de una canción típica ucraniana. Y ¡olé!

Los resultados tardarán unas 6-8 semanas en llegar, por lo que puede que los reciba cuando esté en España. Por cierto, no me pusieron ninguna pega cuando comenté si los podrían allí. Mis padres ya hacen la broma de "igual ya están aquí y no te lo queremos decir" ¿Veis en qué entorno tan hostil y cruel me he criado? xD

Materiales para la preparación.
Hay varios libros que te describen paso a paso el examen y las mejores formas de contestar y resolverlo. Yo en concreto me compré el de la editorial Cornelsen porque me pareció el más serio y completo.

Además, las VHS suelen ofrecer cursos de preparación. Para ir bien segura, también me apunté a uno de estos, pero... ¡Qué lástima de dinero! El profesor era algo garrulo, y lo único que hicimos en las clases fue hacer modelos, que no eran del todo modelos, entre todos, con las transcripciones de las escuchas... Una pérdida de tiempo, porque evidentemente, en el examen no vas a tener ni media hora para debatir sobre la respuesta ni las escuchas para argumentar tus soluciones. Además el hombre llegaba tarde y era un desastre... Por lo menos nos corregía las redacciones, pero vamos, no fue el dinero mejor invertido. Sin embargo, recomiendo hacer estos cursos (y si ya están bien planteados, para qué más) porque conoces a gente que va a hacer el examen y puedes conocer con antelación a tu pareja del oral (yo, como lo hice en Bonn y este curso era en Colonia, no me sirvió). Al final, lo más útil, el libro.

La página del Goethe Institut también ofrece materiales gratuitos para descargarlos y modelos de exámenes para practicar.


En general creo que me fue bastante bien, tengo una buena sensación. Pero todavía no sé si aprobaré o no, porque la primera parte me salió horrorosamente mal. Ya solo queda esperar.

Espero que haya quedado todo claro y que sirva de ayuda para los valientes que lo vayan a intentar, aunque aquí no hay nada que no os vayan a explicar en clase. También me preparé para el examen de B2 en clase, pero no quería añadirlo aquí todo para que no quedara una entrada excesivamente larga. Sin embargo, si a alguien le preocupa el tema, me puede preguntar :)

¿Quieres saber más?

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